AÑO 1832….
Para Rodrigo no había peor castigo que estar bajo la voluntad de su padre, el enérgico Fernando Villaseñor, lo único que lo mantenía dentro de la casa grande, era su madre, Gloria Mendoza de Villaseñor, una mujer que solo con su paciencia y amor calmaba el espíritu inquieto de su hijo.
Una noche todo era preocupación en la hacienda, Rodrigo había salido desde medio día, su caballo había regresado, pero del joven no se sabía nada
Fernando-te juro que cuando regrese me va a escuchar, ahora si no tendré ninguna consideración con el.
Gloria-Fernando por Dios, lo mas importante ahora es encontrarlo, no puedes estar pensando en castigarlo.
Fernando-entiende que nuestro hijo lo que necesita es que no lo consientas tanto, si siempre lo estas defendiendo nunca va a tomar conciencia de sus actos, ya tiene 15 años y creo es tiempo de mandarlo a la academia militar, solo así lo tendríamos bajo control.
Gloria-Rodrigo no es de paredes, de ataduras, el va y viene y así es feliz.
Fernando-y esta mal, mira ahora mismo como estamos por su culpa, yo a su edad era todo un hombre, no un desobligado como el.
Gloria-si amor, pero nunca te haz sentido tan libre como el.
Con esta palabras Fernando recordó en instantes la imposición que su padre ejerció sobre el, y la cual nunca había podido depositar en su hijo.
Rodrigo a pesar de su juventud había defendido su autonomía, no era un chico de modales y apariencias, de acuerdo a su estatus social, el prefería trabajar en el campo, estudiaba de los libros de la biblioteca familiar, hablaba y se divertía con los hijos de los campesinos, era un chico de campo, rico, pero de campo.
Juan, el hombre de confianza de Fernando, entro a la habitación.
Juan- Señor, encontramos a Rodrigo.
Fernando- ¿Dónde? ¿Cómo esta?
Juan- en el campo, al parecer se cayo del caballo, es por eso que regreso sin el niño, pero ya lo traen los muchachos, y ya mande a Santiago por el Doctor Martínez.
Gloria- ¿Esta muy mal?
Juan- no Sra., no creo, solo algunos golpes y raspones pero esta conciente, gracias a Dios.
Fernando- voy por el.
Gloria- yo también.
Fernando- no, espera aquí, mejor prepara la recamara para cuando lleguemos.
Gloria- esta bien, pero deja los reproches para después.
Fernando-lo intentare mujer.
Horas más tarde la puerta de la recamara de Rodrigo se cerraba, Gloria le indico con una seña a su esposo que no hiciera ruido.
Gloria-shh, esta dormido, pobrecillo se llevo un gran susto.
Fernando- no solo el, pero espero que con esto aprenda, no puede seguir así, se cree todo un hombre y no es mas que un chiquillo caprichudo, que solo quiere hacer su santa voluntad.
Gloria- ya amor, mejor vamos a descansar nosotros también.
A la mañana siguiente Rodrigo despertó con dolor por todo el cuerpo, volteo hacia la ventana y vio la figura de su madre, lo veía con un gran amor, que se reflejaba en esos hermosos ojos verdes esmeralda, se acerco a el, le dio un tierno beso en la frente, se sentó a la orilla de la cama y tomo sus manos.
Gloria-¿Cómo amaneció mi amor?
Rodrigo- bien Ma, me duele todo, pero bien, esto me pasa por bruto, no se como me pude caer del caballo.
Gloria- ya sabes que no me gusta que salgas solo, si te hubiera pasado algo peor, yo me muero.
Rodrigo-no digas eso Ma, tu nunca te vas a morir, siempre vas a estar conmigo.
Gloria-todos vamos a morir hijo, unos antes que otros.
Rodrigo-pues si a ti te pasara algo yo también me muero.
Gloria-claro que no, tu eres joven y tendrías mucho por vivir, por eso, en caso de yo no estar mas en tu vida, prométeme que siempre vas a ser tu, que nada te va a detener, que solo tu tendrás la riendas, porque solo así, yo se que serás feliz, estando yo, o no.
Esas palabras marcaron su vida para siempre
Rodrigo- te lo juro mà.
Gloria- muy bien jovencito, yo iré a la cocina a preparar todo para el desayuno, tienes suerte, tu padre fue Pueblo Nuevo y no regresara hasta entrada la tarde.
Rodrigo- pues espero que en el camino pierda el enojo.
La mañana y tarde transcurrieron en calma, después de comida Gloria se fue a descansar a su habitación, Rodrigo se dio cuenta que no tenia agua en su recamara, con cuidado bajo las escaleras, y fue al pie de estas que se encontró cara a cara con su padre.
Fernando- Veo que ya estas bien.
Rodrigo- Algo, gracias.
Fernando- me alegro, porque no estoy dispuesto a seguir pasando por lo de anoche, ni tu madre ni yo podemos estar con el Jesús en la boca cada vez que se te ocurre salir a pasear o visitar a tus amigos los campesinos.
Rodrigo- Papá no sigas con lo mismo, son mis amigos y punto.
Fernando- Entiende Rodrigo que tu no puedes seguir mezclándote con ese tipo de gente, eres mi hijo, un Villaseñor, no cualquier pela gato.
Rodrigo- Papa, Papá no continúes, no me interesan tus sermones, no tiene nada de malo.
Fernando- Pero entiende…
Rodrigo- ¡No quiero entender nada!!Por favor!!
Fernando- Pues lo harás! Porque ahora si mi paciencia se termino, mañana mismo sales a la Capital e ingresaras a la escuela militar.
Rodrigo-Que? Yo no voy a ir a ninguna parte! Primero muerto!.
Gloria escucho los gritos y salio de su habitación se detuvo al final de las escaleras y continúo viendo la discusión.
Fernando- Pues así te llevare si es necesario!
Rodrigo- Pues comienza, porque solo así me sacaras de estas tierras.
Reto a su padre con la mirada llena de furia, Fernando no pudo más que levantarle la mano y depositar su frustración en la mejilla de su hijo, se escucho un golpe seco en el rostro de Rodrigo.
Gloria- No Fernando!!
Grito Gloria, los dos voltearon hacía arriba y vieron como ella al pretender bajar rápido, perdió el equilibrio y cayo, rodando la enormes escaleras, golpeándose varias veces la cabeza, hasta que se detuvo a los pies de su hijo, ellos miraban con horror la escena, la tomaron entre sus brazos, pero Gloria no reaccionaba, de su cabeza comenzó a salir sangre, al ver esto, Rodrigo supo que acababa de perder lo que mas amaba.
Horas después se encontraba ante el cuerpo de su madre, llorando amargamente y reprochándole el haberlo dejado.
Fernando lo veía con el alma destrozada, aun así su dolor no lo dejo tener compasión de su propio hijo.
Fernando- ya estarás contento, mírala!, muerta, y por tu culpa!!!
Rodrigo- no es cierto, eso no es cierto!!
Fernando- claro que si, por tu actitud, por tu rebeldía, es tu culpa!!!
Rodrigo- fue un accidente!!
Fernando- un accidente que tu provocaste, nunca te lo voy a perdonar Rodrigo!! Nunca!.
Salio de la recamara dejando a su hijo hundido en un dolor aun mas fuerte.
Los días siguientes al funeral, todo era tristeza y silencio en la haciendo “La Gloria”, Fernando se la pasaba encerrado en el despacho o su recamara y Rodrigo a la sombra de un gran árbol que se encontraba al final del gran jardín, Juan, que tenia un gran cariño por el, se sentó a su lado y lo abrazo sin decir nada, el joven se derrumbo entre llanto y dolor.
Juan- llore niño, llore.
Rodrigo- ¿Por qué Juan? ¿Por qué me dijo eso? Ahora el me odia.
Juan- no niño, no puede odiarlo, usted es su hijo, y dígame que padre no ama su sangre.
Rodrigo- El, porque por mi culpa nos quedamos solos y nunca me lo va a perdonar, debí morir ese día al caer del caballo, a ella no la hubiera atormentado como a mi.
Juan- no diga eso, ya vera que con el tiempo todo pasara, y usted y el Sr., Fernando estarán tan unidos como la Sra. Gloria hubiera querido.
Rodrigo- ojala Juan, porque si el no cambia de actitud, yo tampoco, y el recibirá tantos disgustos como yo reproches. (Limpiándose las lagrimas)