Marisela: ojala y algún día lo pueda montar.
Roberto: ¿Sabes montar?
Marisela: si, bueno, no muy bien, ya sabes que eso no es mucho de mujeres, pero me gusta, no lo hago mucho.
Roberto: al parecer en la capital se pueden hacer muchas cosas que aquí no son comunes.
Marisela: ¿ah si? ¿Cómo que?
Roberto: como que una señorita tan linda como tu, se dedique a los negocios junto a su joven patrona, que sepas montar, que vivas en otro lugar con una familia que no es la tuya, que andes por el campo sola atravesándosele a los jinetes. (Acercándose mas y mas a ella, quien ante la actitud de Roberto se ponía cada vez mas nerviosa, de pronto reacciono y le ofreció una fruta)
Marisela- ¿quieres una manzana o una pera?
Roberto comprendió que tal vez la incomodo y se retiro un poco
Roberto- Pera… (Tomando la fruta de entre las manos de Marisela, no sin antes acariciarlas discretamente)
Las horas transcurrieron rápidamente, continuaron hablando de una y mil cosas, pero sin dejar de coquetear sutilmente el uno al otro.
Marisela- es tardísimo, me tengo que ir.
Roberto- espera un poco mas.
Marisela- en serio que no puedo, mi pa… mi patrón no tarda en llegar a la hacienda, y si me necesita y no estoy me puede regañar.
Roberto- entiendo, solo que la estamos pasando tan bien, que la verdad no quería que terminara el día.
Marisela- a mi también gustaría quedarme, pero créeme que tengo que irme. (Metiendo las cosas al canasto, el la tomo de la mano y viéndola fijamente le pidió)
Roberto- podemos repetir esto? ¿Puedo volver a verte?
Marisela- por supuesto.
Roberto- cuando?
Marisela- en dos días.
Roberto- dos días?
Marisela- es que mañana es domingo y pues no se que planes tiene don Antonio.
Roberto- esta bien, en dos día, aquí.
Marisela- pero que te parece mas tarde? Después de comida.
Roberto- a la hora que tú digas.
Marisela- entonces hasta el lunes.
Roberto- ¿puedo acompañarte?
Marisela- hasta la hacienda?
Roberto- o hasta donde tú quieras.
Marisela- me encantaría, pero creo que es mejor irme sola.
Roberto- segura?
Marisela- segura, y muchas gracias por todo, hasta el lunes.
Despidiéndose decidió seguir su camino, de pronto Roberto la tomo del brazo.
Roberto- espera, no me despedí.
Se acerco a ella, ni siquiera lo había pensado, estaba dispuesta a besarla, pero la poca cordura que quedaba en el le pidió no ser irrespetuoso, así que tiernamente le deposito un beso en la mejilla, muy cerca de los labios.
Roberto- hasta el lunes.
Ella mas que sorprendida estaba emocionada, nunca se lo espero, le regalo una sonrisa y continuo su camino, se sentía en las nubes, mientras parecía que él no quería perderla de vista, mientras mas se alejaba, añoraba mas que llegara el día de su próximo encuentro, hacia mucho que no se sentía así de contento, lo que sentía crecía mas y mas con solo verla, en su corazón nacía el amor.
Roberto: ¿Sabes montar?
Marisela: si, bueno, no muy bien, ya sabes que eso no es mucho de mujeres, pero me gusta, no lo hago mucho.
Roberto: al parecer en la capital se pueden hacer muchas cosas que aquí no son comunes.
Marisela: ¿ah si? ¿Cómo que?
Roberto: como que una señorita tan linda como tu, se dedique a los negocios junto a su joven patrona, que sepas montar, que vivas en otro lugar con una familia que no es la tuya, que andes por el campo sola atravesándosele a los jinetes. (Acercándose mas y mas a ella, quien ante la actitud de Roberto se ponía cada vez mas nerviosa, de pronto reacciono y le ofreció una fruta)
Marisela- ¿quieres una manzana o una pera?
Roberto comprendió que tal vez la incomodo y se retiro un poco
Roberto- Pera… (Tomando la fruta de entre las manos de Marisela, no sin antes acariciarlas discretamente)
Las horas transcurrieron rápidamente, continuaron hablando de una y mil cosas, pero sin dejar de coquetear sutilmente el uno al otro.
Marisela- es tardísimo, me tengo que ir.
Roberto- espera un poco mas.
Marisela- en serio que no puedo, mi pa… mi patrón no tarda en llegar a la hacienda, y si me necesita y no estoy me puede regañar.
Roberto- entiendo, solo que la estamos pasando tan bien, que la verdad no quería que terminara el día.
Marisela- a mi también gustaría quedarme, pero créeme que tengo que irme. (Metiendo las cosas al canasto, el la tomo de la mano y viéndola fijamente le pidió)
Roberto- podemos repetir esto? ¿Puedo volver a verte?
Marisela- por supuesto.
Roberto- cuando?
Marisela- en dos días.
Roberto- dos días?
Marisela- es que mañana es domingo y pues no se que planes tiene don Antonio.
Roberto- esta bien, en dos día, aquí.
Marisela- pero que te parece mas tarde? Después de comida.
Roberto- a la hora que tú digas.
Marisela- entonces hasta el lunes.
Roberto- ¿puedo acompañarte?
Marisela- hasta la hacienda?
Roberto- o hasta donde tú quieras.
Marisela- me encantaría, pero creo que es mejor irme sola.
Roberto- segura?
Marisela- segura, y muchas gracias por todo, hasta el lunes.
Despidiéndose decidió seguir su camino, de pronto Roberto la tomo del brazo.
Roberto- espera, no me despedí.
Se acerco a ella, ni siquiera lo había pensado, estaba dispuesta a besarla, pero la poca cordura que quedaba en el le pidió no ser irrespetuoso, así que tiernamente le deposito un beso en la mejilla, muy cerca de los labios.
Roberto- hasta el lunes.
Ella mas que sorprendida estaba emocionada, nunca se lo espero, le regalo una sonrisa y continuo su camino, se sentía en las nubes, mientras parecía que él no quería perderla de vista, mientras mas se alejaba, añoraba mas que llegara el día de su próximo encuentro, hacia mucho que no se sentía así de contento, lo que sentía crecía mas y mas con solo verla, en su corazón nacía el amor.
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